Hoy hace un año, era un domingo en Rosales del Canal, en la televisión nuestro Real Zaragoza, en mi mente una idea... no puedo seguir fumando, me siento saturado de tanto tabaco. Pasaron los primeros días y aguanté gracias a que no salí de casa. Sabía que debía enfrentarme a mis traumas, tendría que salir a la calle, beber, drogarme, así que salí de fiesta y por increíble que parezca, no fumé, o eso me dijeron. Pasaron los días y la necesidad era grandiosa.
Para rebajar mi ansiedad, cambié cigarrillos por cubatas y me dejé atrapar por el mundo del alcohol. Era la excusa que estaba buscando para coger otro vicio que nunca había dejado. Con el tiempo, sin embargo, mi humor se fue destruyendo, convirtiéndome en una persona ácida, , antisocial, desagradable y borde, alejándome de los míos y llevándome a la senda de la soledad. Daba igual, estar lejos del tabaco era mi única meta.
Hoy, malvivo como un hurón, siendo el adalid de la ley antitabaco, machacando a los fumadores, denunciando anónimamente a bares y personas, sean amigas o no, porque ellos cuando fuman tampoco ven amigos. Ahora, todos los fumadores son mis archienemigos.
Soy feliz, sin amigos... si, pero sin tabaco, también.
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