miércoles, 2 de noviembre de 2011

OTOÑO EN EL CORTE INGLÉS

Tras largos años junto a mi culo, remendada hasta la saciedad con decenas de grapas para no dejar caer ni un céntimo, mugrienta como cualquier cartera aplastada a diario por 90 kilos de pura fibra merecía una jubilación. ¿Y que mejor sustituto para una cartera que una hermosa cartera comprada en El Corte Inglés?

Con mucho ánimo y valentía, hacía años que no entraba en ese establecimiento, me introduje por la puerta de los cañones como tantos y tantos paseantes bien vestidos. Una barba de cinco días poblaba mi envejecido rostro, un jersey de empresa con manchas de líquidos penetrantes y unos vaqueros con polvo por los bajos delataban que no era ese mi sitio natural.

Busqué en la planta calle pero allí solo había perfumes y cosas inútiles rodeadas de decenas de dependientas ansiosas por vender y que marujean de manera continua. Me sentía bien, así que decidí montarme en las escaleras mecánicas, primer piso... segundo piso... tercer piso... cuarto piso... Creía que estaba cerca del cielo, mi subsconciente me comentaba que nunca habías llegado tan alto en El Corte Inglés, que más allá de la cuarta planta había algún selecto club de masones de donde nunca más podría salir, pero me daba igual, aquellas escaleras no paraban y seguí... quinto piso... sexto piso... me faltaba el oxígeno así que decidí bajar a la planta calle donde me habían asegurado que estaban las carteras.

Después de diez minutos dando vueltas las encuentro. Están en un cubículo circular donde dentro hay una dependienta. Me pongo a mirar por un lado y la dependienta no solo me mira sino que se vuelve y se pone delante mío a mirar lo que hago. Un poco molesto me voy a la otra punta del círculo y no contenta se gira 180º y sigue mirándome. A mi lado se acercan dos mujeres, lo que aprovecho para desviar su atención y me vuelvo a la otra punta del círculo. A la dependienta le dan igual las mujeres y se vuelve a girar. Cansado le pregunto por una cartera que me gustaba

-Perdone, ¿Cuánto cuesta?
-Treinta y siete euros

Lo siguiente que recuerdo es estar en el suelo rodeado de dependientas que me abanicaban y me daban un botellín de agua. Entumecido mentalmente les pregunté que había pasado y me dijeron que me había desmayado y que mientras estaba insconciente solo repetía...

"Treinta y siete euros... si vale más el collar que el perro, que barbaridad"

Nada más me recuperé, cogí mi mugrienta cartera y me fui a casa esperando que este año si tenga regalo para navidad.

1 comentario:

  1. http://eslatele.com/wp-content/uploads/2011/09/Museo-Coconut-estrena-segunda-temporada-el-2-de-Octubre.jpg

    El otro día con Amparo Larrañaga, ahora con los de Muchachada,... Te estás empezando a mover con gente importante, eh pillin!!

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COMO CRITIQUES TE CAPO. MÁS TARDE O MÁS TEMPRANO SABRÉ QUIEN ERES