lunes, 25 de enero de 2010

UNA GRAN LABOR SOCIAL


Éramos cuatro los jinetes que habíamos salido a puntuar en el difícil campo del Villarreal, cuatro estoicos hombres abandonados a su suerte por un equipo ramplón y sin futuro. Éramos cuatro los que para ir con más ánimo fuimos ya el sábado a darlo todo y cuatro volvimos.

La noche transcurría tranquila danzando entre bares, eran las cuatro de la mañana, cuando yo, la persona de más edad y por lo tanto más formal y responsable, salí a tomar un poco el aire. Quizás desorientado por los intensos focos de neón, eché a andar por la calle como cualquier viandante, cuando de repente, un coche de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado para a mi lado.

-Eh tú, monta que por aquí hay mucha delincuencia

Como un perro faldero, corrí a montarme en su vehículo, sin saber si me iban a dar una paliza, a sodomizarme o cosas que ni mi mente puede imaginar. Allí estaba yo, detrás de dos policías nacionales, separados de mi por una mampara y sin un rumbo fijo.

No sé como, seguramente se lo habría dicho yo durante el viaje, aparecí en la puerta del hostal donde dormía. Pero no podía irme sin agradecerles su gesto, así que les comenté

-Os felicito. Estais haciendo una gran labor social rescatando a la gente sin rumbo llevándola a sus casas. Seguramente si no hubierais aparecido estaría tirado ahora en cualquier portal. Gracias.

Bajé del coche y me senté... y esperé dos horas a que alguien con llaves  me abriera la puerta, pero eso... es otra historia

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