Ayer hice varias cosas de las que no suelen ser normales en mi, y muchos, quizás dos, os preguntaréis que pude hacer y en que condiciones. Ante todo decir que iba sereno y que era totalmente consciente de mis actos.
Caminaba sin rumbo, en la mayor de las soledades, divagando sobre mi propio futuro por la siempre popular calle Delicias rodeado de canis, chandalistas y demás genero del barrio, cuando de repente, giré mi vista a la derecha y vi un escaparate. Y me dije... ¿y si me compro pantalones?
Con la gran premura que me hace destacar entre los demás, entré en la primera boutique del pantalón que encontré y le dije a la dependienta...
-Joven, quiero unos pantalones para los días de muda
-¿De qué estilo, joven apuesto?
-No voy a reparar en gastos, quiero que esto sea como Pretty Woman
Me sacó seis pantalones, me probé solo dos y ya salí decidido.
-Quiero estos pantalones
-Son 20€
-Tranquila, pagaré con tarjeta
Y salí orgulloso, como soy yo, con mi bolsa de Alm. Barcelona, mirando altivamente a los demás, eufórico ante esta nueva hazaña, me iba a comer el mundo. Así que continué mi rumbo por la avenida Madrid con mi bolsa, pero me entró hambre. Estaba lejos de casa para volver y merendar, así que sin pereza alguna, entré en un bar sin humos y dije...
-Señor, póngame una caña y un huevo con gamba
-Enseguida, apuesto galán
Y así fue como me tomé, yo solo, mi caña y mi huevo con gamba, uno de los mayores logros de la cocina.
Y este ha sido el resumen de como cada día, quizás ya un poco tarde, voy siendo un poquito más normal.
Lo de los pantalones casi cuela, pero lo del huevo con gamba ni harto vino.
ResponderEliminarCreeme, soy un nuevo hombre
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