Cuando jugaba al fútbol en el recreo, al hacer los equipos, siempre me dejaban para el final. Advierto, no el último sino antepenúltimo o así. Han pasado veinte años de aquello y tengo la misma sensación de fracaso.
Pertenezco a un equipo de dardos que es la élite de su categoría. Último destacado con solo 2 victorias en 13 o 14 partidos, y aun tienen el valor de llamarme "malo". Formamos parte de este nuestro equipo seis personas, y durante toda la liga me han relevado al último lugar para ver si no hace falta que juegue.
Pero les ha salido rana, porque uno de los integrantes lleva faltando muchas semanas y me toca a mi jugar. Pierdo, todo hay que decirlo, pero también pierden los demás.
Pero lo más doloroso ocurrió hace una semana, cuando fui ninguneado por mi manager y con la aceptación del resto de mis compañeros. Alguien decidió que en vez de jugar yo, poner a un jugador que no está inscrito en la liga, infringir las leyes y que jugara él, y a mi volverme a dejar el último por si no hace falta que juegue.
Y pensé... ojalá Dios pierdas y yo gane para darles en los morros a todo el equipo. Y ese jugador perdió, y me alegré. Y jugué yo, y perdí y me apené, pero sobre todo me alegré de que perdiera el otro.
Y se han acabado ya los lloros, os pongo una página que os va a decir lo que voy a hacer en los próximos cinco minutos. Adiós
y ahora es cuando alguien pregunta: ¿Que tiene que ver eso con la tia en bragas?
ResponderEliminarEs un gancho para el lector. Así por lo menos se leen algo más que el título
ResponderEliminarQue te dice siempre tu padre.....lo importante eres tú, luego el equipo.
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