Hace unos meses, en todo el mundo se creo un clima de ilusión y de esperanza ante las nuevas elecciones que se celebraban en los Estados Unidos. De entre la nada, de la "pobreza", un hombre humilde y bueno a la par de negro se presentaba a esas elecciones. Ese hombre representaba el sueño americano, desde abajo poder alcanzar las más altas cumbres del mundo. Dentro y fuera de su país, el pueblo llano estaba con él. Él era el cambio, él cambiaría la política del anterior presidente, ese que no sabía casi leer ni escribir y era amante de las guerras, y nos traería la paz en el mundo y la prosperidad.
Llegaron las elecciones y las ganó, y el mundo respiró más tranquilo. Por fin alguien pondría algo de orden en todo esto. Cerraríamos Guantánamo, se acabaría la guerra de Iraq y la de Afganistán, por fin se llegaría a un acuerdo con Cuba y el embargo ya no haría falta, el señor Obama hablaría con Irán para que no hiciera bombas atómicas y el presidente norcoreano iría de rancho a Texas como amigo. El señor Obama acabaría con otras dictaduras menos conocidas, como las de Zimbaue o Guinea Ecuatorial, se comprometería con el mundo a reducir sus emisiones de CO2, eliminaría la pena de muerte de todos los Estados y permitiría las bodas homosexuales. No solo eso, daría ayuda económica para reducir el hambre en el mundo y los afroamericanos e hispanos ya no serían discriminados en EEUU.
Hoy, varios meses después, como recompensa a todo lo que ha hecho por nosotros, le han dado el premio nobel de la paz, el premio más justo que han otorgado a nadie en la Tierra. Hoy, todo sigue igual que con Bush, sigue Guantánamo, Irak, Irán, Corea del Norte, Afganistán, se hacen los locos con el CO2, etc etc.
Resumiendo, el "señor" Barack Obama nos vendió humo y nosotros lo compramos. El señor Obama nos cautivó con su musica melódica y nosotros caímos como serpientes. Y nosotros quejándonos de Zapaperro, virgencita virgencita que me quede como estoy.
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