Durante cinco largos años, trabajé mano a mano al lado de una contrata, a la que serví como un operario suyo más, ayundándolos, cooperando con ellos y haciendo lo que hiciera falta. Esa ayuda, que en principio era sin esperar nada a cambio, hizo que por mi mente pasara la idea de recibir un aguinaldo de su parte. Pero año tras año, los trabajadores me la prometían y año a año sus jefes me ignoraban. Solo un mechero recibí, acompañado de una frase cariñosa
"Toma, para que te quemes el alma"En 2007, abandonando como las ratas la anterior contrata antes de su extinción, cambié de aires marchando lejos a un lugar mejor para trabajar con otra contrata. En ese año ya tenía yo ganas de recibir un aguinaldo, no por lo que hubiera dentro, sino por el mero gesto de amabilidad hacia mi. Todo el mundo debía ser mejor trabajador que yo, mejor inspector y mejor persona, y yo, no hacía más que facilitarle el trabajo a los demás pero sin ninguna recompensa.
Pasó el 2007 y nada recibí, pasó el 2008 y tampoco recibí nada, pero aquel año me dolió. Sí que había una cesta preparada para alguien que los estaba puteando, pero para mi no. Y es que en esta vida no prima la cordialidad ni los favores, en esta vida o eres un cabrón o nadie te tiene en cuenta.
Pero me dije a primeros de año... de este año no pasa. Puedo decir que me he pegado 11 meses y 18 días pidiendo mi aguinaldo, realzando todos los favores que he hecho, señalando los errores de los demás, indicando lo inprescindible que soy para ellos, y al final, lo he conseguido.
Ocho años después, y muy merecidamente, tengo mi primer aguinaldo. Enhorabuena Javier
Enhorabuena Javier, pero recuerda comprobar que el turrón no esté caducado, no vaya a ser el que alguien no quiso...
ResponderEliminarEstá todo en regla, menos mal que los turrones no se caducan en un año...
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