miércoles, 23 de diciembre de 2009

DE MAYOR QUIERO SER... MONTADOR

Ayer fue uno de esos días especiales en la vida de cualquier hombre. Ayer cobré la extra, ayer me tocaron 100€ a la lotería y ayer recogí mi aguinaldo de Navidad. Pero todo esto no hubiera sido nada sin la culminación del día. Ayer, fui montador de muebles(durante 4 horas).

Generalmente la jornada del montador comienza en la tapicería esperando al transportista que está muy liado. Para hacer más amena la espera, es conveniente mojar todo esto con tres o cuatro cervezas y algún pinchito para amenizar. Hablas de tus cosas con tu jefe, que casualmente te paga todas las consumiciones hasta que se queda sin dinero. Mientras el transportista lleva los muebles, tú te tomas otras dos cervezas para darle tiempo. Te transportan hasta un bonito chalé de montecanal donde te esperan tres jóvenes doncellas para que les montes el cabecero. Pijas, si, pero quien tuviera alguna.


La presentación ante las señoritas debe ser una mirada a cada una de ellas de arriba a abajo haciendo algún gemido gutural. La vestimenta, un pantalón que deje ver la canaleta del culo y una camiseta guarra, acompañado de un palillo y un lápiz en la oreja.

Una vez dentro de la casa, observas la decoración, los gustos de la dueña, y procedes al desembalaje de las piezas, rápido porque el negrero de tu jefe solo tiene prisa cuando lo miran. Ayudas a lo que puedes, le dejas marcas en el techo a la señorita, apretas los tornillos a mano porque el jefe se ha dejado el cargador del taladro eléctrico, miras, le dices a la señorita que es una ganga lo que se lleva, le mientes sobre artículos en las revistas, le haces la pelota, te paga, y para celebrarlo te vas a echar unas cervezas al bar.

En resumen, 4 horas de montador es igual a tres horas de espera y una de trabajo, 8 cervezas y un plato de olivas. ¿Quién da más?

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