Volví a ese bar donde la temporada pasada fui vilmente humillado. Volví con sed de venganza y ansias de victoria.
Y nuevamente, como si un santo guiara mi mano hice una partida mágica, con tiradas dignas de los mejores jugadores, marcando distancias desde un primer momento, sacando la clase que tengo, y venciendo con una última tirada memorable que quedará en la memoria de todos durante años. No me quiero explayar más en mi partida que luego dicen que tergiverso la realidad, pero así fue como mi honor fue restituido y salí con la cabeza bien alta de aquel bar hostil, eso si, sin la chica.
Lamentablemente, el resto de mis compañeros no estuvo a mi nivel, zozobrando en aguas pantanosas y llevándonos a nuestra primera derrota con una actitud deplorable.
¿Me importa la derrota? Ya sabeis que no. Lo importante no es el equipo, soy yo.
Vaya artista con el chop. Muy bueno.
ResponderEliminarJuas uas se parece a tí.
ResponderEliminarTenemos los mismos rasgos... y las mismas aventuras
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