Durante años mi madre me decía que cooperara con la economía familiar. Yo siempre le respondía que mi dinero era de todos y que cuando quisieran podrían disponer de él, y luego me sentía orgulloso de mi generosidad.
Durante años he ido echando las monedas pequeñas en una caja para no llevar mucho peso en la cartera. Hoy he descubierto que en mi casa usan ese dinero suelto, monedas de 1 a 50 centimos, para comprar el pan. Me ha dolido ese gran expolio que me han hecho, nunca más volveré a echar dinero, y lo gordo es que es verdad.
Soy un preto, un tacaño y no tengo remedio.
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COMO CRITIQUES TE CAPO. MÁS TARDE O MÁS TEMPRANO SABRÉ QUIEN ERES