lunes, 29 de marzo de 2010

TABERNA IRLANDESA vs BAR MARIANO

Después de muchas horas invertidas, por fin tenía la oportunidad de quedar con esa chica que había conocido por internet. Ante la pregunta de dónde quedamos, por parecer un joven interesante, le dije que en esa taberna irlandesa de la calle Cádiz. Ahora, maldigo el día en el que entré a ese bar.

Entramos y aquello parecía de otra época, del medievo. Allí todo es de madera, lo que le da un aspecto rústico muy coqueto. Me sorprendió la enorme cantidad de gente "bien" que estaba ahí dentro. Niñas monas, con sus vestidos limpios y chavales hiperarreglados más cercanos a la homosexualidad que a las tetas de su novia pero lo que no vi es al Barny de todos los bares, ese señor que está cuando abren y está cuando cierran.

Después de que me obligaran a sentarme en una mesa en vez de en el taburete de toda la vida, cosas de mujeres, me levanté a pedir.
-Hola, buenas noches, un tubo y un nestea.
-Lo siento, señor, no tenemos tubos. ¿Pinta o media pinta?-Me contestó con un leve tono inglés.

¿Qué unidad de medida es esa? ¿Esperarán que les pague en libras o qué? Malditos anglosajones, cualquier día nos hacen conducir por la derecha. De toda la vida se sabe que la unidad de medida de la cerveza es la caña, el tubo, la jarra.... Luego nos quejamos porque los moros y los negros no se adaptan a nuestra cultura y resulta que luego vamos a estas tabernas a pedir pintas.

-Anda galán, ponme una pinta pues
-Ok

Me deposita las dos consumiciones en la barra y a lo que me las voy a llevar, me dice el tío...

-Señor, señor, son 5.50€

Sorprendido, miro a los lados para ver si por error me he metido en una casa de lenocinio, pero veo que todas las mujeres van bien vestidas y aunque algunas fuman, no parece que sean públicas. Una vez más, el salir al centro me hacía un roto en mi malograda economía. Triste pero manteniendo la compostura para no parecer un preto, pagué, pero allí no había pipas, ni cacahuetes ni un mísero plato de olivas.

Mientras mi amiga me hablaba de sus cosas esperando que prestara algo de atención, seguí fijándome en ese bar. Había infinidad de camareros, todos los hombres estaban cuadrados y todas las mujeres tenían un algo que les hacía más que follables, pero sin embargo, te miraban con desprecio, como si supieran que venías de un barrio. Mala señal pensé yo, con el cliente hay que alternar.

En éstas me vi cuando decidí dar mi primer trago a mi "pinta". Un sabor a náusea recorrió mi cuerpo... ¡¡¡pero qué cerveza era esa!!!. ¡¡¡Esa no es Ambar, como mucho puede ser Cruzcampo!!!. Indignado, cogí a mi acompañante y me fui al bar de enfrente, el bar Mariano.

Un bar donde pides un tubo y saben que estás pidiendo, te lo acompañan con unas pipas y si es domingo cacahuetes. No hay más que una camarera aparte de Mariano, la Conchi que es su mujer, y que todos los días te recibe con un generoso escote pese a su avanzada edad. Le puedes contar tu vida que aparenta que te escucha y pese a que sueles salir oliendo a fritanga tienen las mejores croquetas de la ciudad. En los baños no pone Gents ni Ladys, sino una chorra y un conejo. Todos, incluso los que no saben ingles, lo entienden. Pero sobre todo, te tratan con cariño.

¡Viva el bar Mariano! ¡Abajo las tabernas irlandesas!

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