jueves, 30 de julio de 2009

LA CABRA SIEMPRE TIRA AL MONTE

Eran las 9 de la mañana de un día normal, en una semana normal, en un mes normal, tal día como hoy. Todo transcurría con la más absoluta normalidad cuando de repente algo me sobresaltó.

El señor dueño de la empresa para la que trabajo había recibido una llamada del señor director provincial del departamento de industria del Gobierno de Aragón. Una llamada preguntando por mí... porque el pobre Javier había olvidado firmar lo único que tiene que firmar en las obras.

Cuando me lo dijeron lo primero que dije... ¡Qué tonto! Si es que no sabe ni mirar unas actas para no encontrar la firma. Pero conforme lo iba diciendo una duda se generó en mi mente. ¿Las había firmado? Yo recordaba que aquellas actas las había preparado con absoluto mimo para que no hubiera ningún error, las mandé revisar por gente experta, y todos me dijeron que estaban bien. Pero... ¿estaban firmadas?

Raudo y veloz como yo soy, subí corriendo a la carpeta de la obra, saqué las actas y...

¡ups! pues si están sin firmar...

La cara como un tomate, sudor frío, temblor en las manos... ya me había olvidado de lo que era la sensación de meter la pata hasta el fondo. Como pude me acerqué al señor que me había llamado, y le dije... Luis, que están sin firmar... y agaché la mirada. Ya sabía lo que me tocaba, recibir una colleja y retirarme a un rincón como un ser apestado, como cuando me equivoqué de registro y metí un papel donde no era, o como cuando me curvaron un tubo 45º, o cuando inundé de aceite el almacén, o cuando en vez de darle al botón de hacer fotos le di al botón de apagar y luego dije que no iba la cámara, o cuando no revisé una prueba y subió hasta 95 kilos, o cuando no radiografiaron unas soldaduras y no me di cuenta, o cuando mandé a uno a Andorra a revestir una cosa que ya estaba revestida, o cuando dije que una prueba estaba bien estando mal, o cuando me olvidé una esponja dentro de un tubo, o cuando cerré mal una puerta y tuvo que ir uno de propio a las 9 de la noche porque habían saltado las alarmas, o tantas cosas que se me ocurren...

Y aunque esto sirva de burla para ciertas personas, solo puedo decir...
¡¡¡Ais, que paciencia me tienen!!!

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